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4 de junio de 2025

ALIENTE, Alianza Energía y Territorio, formó parte de la delegación española

Renovables sí, pero no así.

El reciente apagón que afectó a España, Portugal y partes de Francia no fue solo una advertencia, sino un síntoma de una crisis mucho más profunda.

En España, la implantación masiva y sin regulación de las energías renovables, en cualquier lugar y en todas partes, se asemeja a una especie de «Far West» de la energía “verde” Se están instalando proyectos en áreas naturales protegidas, en terrenos forestales y en tierras de cultivo. Se están arrancando miles de olivos centenarios en Andalucía y naranjales en Valencia para sustituirlos por polígonos fotovoltaicos. Se están ocupando hábitats de aves esteparias o linces y se están destruyendo algunos de los paisajes más bellos de Europa, lugares como el Maestrazgo de Teruel o las zonas rurales de Galicia y Asturias, por poner solo algunos ejemplos.

Además, los proyectos solares y eólicos a gran escala no crean puestos de trabajo locales a largo plazo, no ayudan a retener la población y son altamente especulativos.

En España, es más fácil obtener un permiso para una instalación eólica o solar a gran escala, o una planta de biogás, que para crear una comunidad energética. Como resultado, se han instalado rápidamente infraestructuras a gran escala, pero con graves impactos ambientales y una creciente oposición social. Y sí, es cierto, el precio mayorista de la electricidad ha bajado, pero no para los pequeños consumidores. España es el segundo país de Europa con mayor pobreza energética.

El 28 de abril, con un 78 % de la electricidad procedente de energías renovables y una demanda general baja, nuestra red eléctrica colapsó. Inestabilidad, pérdida de sincronización, fallos en cadena… Este apagón no fue un accidente, sino el resultado previsible de anteponer los beneficios privados al interés público.

Lo más preocupante es que, un mes después, ni el Gobierno español ni las compañías eléctricas han dado ninguna explicación por haber dejado sin electricidad a millones de personas en 3 países europeos.

Desde el apagón, el mix energético ha cambiado, añadiendo más gas y más energía nuclear con la justificación de que es una combinación «más segura».

Las principales empresas energéticas y Red Eléctrica Española se culpan mutuamente, aunque comparten los mismos grandes inversores internacionales. No existe una independencia real entre los reguladores como la CNMC y el sector energético. Las puertas giratorias entre las empresas energéticas y el Gobierno están creando un sistema energético peligrosamente ineficiente e inestable.
Durante años, los expertos han estado advirtiendo: este desarrollo imprudente y sin planificación de polígonos eólicos y solares a gran escala no es una transición real. Es solo especulación energética.

Con todo y con eso, hay planes para duplicar la instalación de polígonos eólicos y solares en los próximos cinco años, aunque los precios de la electricidad sean negativos durante horas cada día y ya estemos desperdiciando entre 2 y 3 GW diarios debido al exceso de producción.

Pedimos una transición energética justa, democrática y resiliente. Estamos a favor de las energías renovables, pero no así:

  • No convirtiendo las zonas rurales en zonas de sacrificio
  • No pisoteando y ninguneando a las comunidades locales
  • No destruyendo red Natura 2000 y otras áreas de alto valor ecológico
  • No ignorando los límites de la red eléctrica
  • No produciendo más electricidad de la que consumimos

Lo que necesitamos es un cambio real.

Exigimos una moratoria sobre los nuevos proyectos a gran escala y la cancelación de aquellos con graves impactos medioambientales y sociales – como el clúster eólico del Maestrazgo en Teruel o los que están destruyendo olivares centenarios en Jaén – hasta que haya un plan claro y democrático para la energía, el uso del suelo y las personas.

Necesitamos un fuerte impulso al autoconsumo, las comunidades energéticas y la generación distribuida: soluciones locales, justas y sostenibles.

Por ejemplo: tejados, aparcamientos, zonas comerciales e industriales o zonas degradadas que podrían proporcionar energía descentralizada y autosuficiente: todo ese potencial está sin explotar. En Alemania hay 67 GW de energía solar instalada en tejados. En California, 44. En Australia, 23. En España, «el país del sol», solamente 7.

Las grandes empresas energéticas y el Gobierno no apoyan este tipo de energía renovable poniendo permanentemente barreras para su desarrollo: burocracia, falta de financiación, retrasos administrativos…

Necesitamos una democracia energética, en la que sean los ciudadanos, y no las empresas, quienes lideren la transición.

Este apagón no fue un accidente. Fue el resultado lógico de permitir que los intereses privados dominen nuestro sistema energético. Si seguimos dejando que el mercado lidere la transición, nos enfrentaremos a más apagones, más conflictos sociales y más oportunidades perdidas.

El futuro de la energía es local, democrático y distribuido.

Renovables sí, pero no así.